Metáfora onírica

¿ALGUIEN SABE POR QUÉ SOÑAMOS?

Metáfora onírica

¿Te has parado a pensarlo? Desde que nacemos, los humanos nos vemos obligados a dormir por una cuestión biológica de especie. Pero, si ese proceso se reduce a una mera necesidad de descanso, ¿qué justifica la capacidad de soñar?

Hemos normalizado el hecho de que abandonarnos noche tras noche al amparo de lo desconocido, obviando las repercusiones que esto conlleva.

Y es que el mundo onírico puede regalarnos aquellas experiencias maravillosas que el corazón anhela y también convertirnos en víctimas de insoportables tormentos. Elegir no está en nuestras manos. Cada oportunidad es un disparo al azar, a veces, impredecible.

Un fenómeno extraño que desafía a la lógica

Hace una semana. Me comprometí por escrito a través de este mensaje a aplicar una serie de pautas para conseguir recordar mis sueños con regularidad. La realidad es que he acatado la mitad de ellas, por lo que:

-Eliminé el consumo de café antes de acostarme.

-Dejo una libreta y un bolígrafo en la mesilla para anotar los sueños que recuerde al despertar.

-Me autoconvenzo antes de cerrar los ojos de que retendré el contenido de mis sueños.

A modo de bonus, añadiría que he rebajado un poco el porcentaje de estrés sacando ratos de desconexión durante el día. Sin embargo, en base a la reciente investigación, eso no basta y, aun así…

Llevo tres noches recordando cosas que sueño.

En ocasiones son ideas muy vagas pero hoy me da la sensación de que el último sueño (bastante angustioso debo mencionar) fue demasiado largo. Como dice el dicho:

«Cuidado con lo que deseas»

Reflejo del subconsciente

Cuando buscas (y por consiguiente, encuentras), la respuesta al enigma no siempre resulta agradable. Reveladora sí, pero no positiva.

Las imágenes que se alojaron en mi mente la pasada noche mostraban la presentación de un libro protagonizada por mí, lo más accidentada posible. El espacio donde se celebraba era lúgubre y triste y no asistía apenas nadie. Lo cierto es que solo recuerdo a un par de amigas con las que perdí el contacto hace años y a algún desconocido disperso, además de a un actor al que admiro, quien exhibía una actitud desafortunada. Por algún motivo, yo usaba un proyector estropeado. Varias personas del ya escaso público se marchaban. Estaba nerviosa, exaltada, pedía en silencio que la tierra me engullera.

El sentimiento se ha quedado conmigo al despertar, junto con un intenso dolor de cabeza y todavía lo noto de manera vívida mientras escribo. Esto me lleva a una conclusión contradictoria:

«Tener presente esa pesadilla me servirá para entender mis miedos e inquietudes pero quizá preferiría no recordarlo y evitar el mal trago»

Un detalle permite que las ventajas pesen por encima de los inconvenientes:

«Aunque no lo recordara, esta incómoda sensación seguiría dentro de mí»

Me llama la atención recordar solo los rostros de la gente conocida y no la de los individuos imaginarios, patrón que se repite sucesivamente.

En función de lo vivido, mis sueños se alejan del concepto de una realidad alternativa abstracta y opuesta a la terrenal. Esos episodios tampoco parecen pertenecer al pasado y, confío en que no sean predicciones futuras. De momento, mi psique se limita a exponer preocupaciones latentes. Si tratamos de relacionarlo con el porqué de la onírica…

Entonces, ¿cómo se explica?

Escenario de pesadilla

Un estudio realizado por Medical News Today describe los sueños como «Un estado de conciencia caracterizado por acontecimientos sensoriales, cognitivos y emocionales».

Se han formulado un gran número de especulaciones en relación a ello; algunas se inclinan hacia la vertiente científica y otras escapan a lo racional.

Si nos fijamos en las teorías promovidas por especialistas de la psicología como las que figuran en este completo artículo la diferencia queda clara.

Los expertos opinan que, tal como ha ocurrido en mi último sueño, las inquietudes cotidianas se extrapolan al mundo onírico y nos ayudan a reconocer esas inseguridades, ser conscientes de ellas y enfrentarlas.

Obedeciendo a la coherencia, es preciso tener en cuenta que el cerebro necesita asimilar los datos más importantes y desechar los que gozan de menor relevancia, de acuerdo a una función práctica.

Ahora bien.

Si nos remontamos a la época de Freud, el padre del psicoanálisis atendía a la pregunta «¿Por qué soñamos?» argumentando que el contenido de esos sueños se corresponde a los deseos ocultos, aquellos que podemos no atrevernos a exteriorizar o a explorar. Dicha explicación se vincula a la idea de que el espacio onírico deja libertad absoluta a la imaginación y la creatividad.

Ambas perspectivas no son excluyentes a una vía alternativa según la cual al dormir conectamos con el plano espiritual o con formas de existencia a las que no somos capaces de acceder en otro contexto.

No hay prueba que otorgue una resolución definitiva.

La clave: el poder del subconsciente

No voy a mentir; la posibilidad de entrar en un universo paralelo misterioso me suena mucho más atractiva que recrear preocupaciones del día a día, pese a que esto me beneficie a nivel emocional.

Tengo la esperanza de que las experiencias evolucionen. Lo que sí me niego a pensar es que los sueños no persigan ninguna finalidad específica.

De nuevo:

Me comprometo a cumplir con los requisitos que me faltan, con el objetivo de obtener información acerca de los sueños.

¿Qué mecánica siguen tus fantasías oníricas? ¿Reflejan preocupaciones habituales? ¿Deseos inconfesables? ¿O se trasladan a un ámbito extraño?

¡Cuéntamelo en comentarios para que podamos valorar los resultados entre tod@s!

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