OTRO MUNDO TE ESPERA AL CERRAR LOS OJOS

Pero ese “otro mundo” tiene sus propias reglas y no siempre es sencillo manejarlas.
Como escritora independiente, desde hace años siento un gran interés hacia la dimensión onírica. Si bien es cierto que descubrir el cine de David Lynch durante mi etapa universitaria cursando el grado en Comunicación Audiovisual incrementó mucho ese interés, dicha inquietud llevaba tiempo acechando de manera innata. Devorando los episodios de Twin Peaks el surrealismo de esas imágenes hizo que anhelara algo que me fue negado por condición natural. En ese momento surgió la pregunta:
¿Cómo recordar los sueños?

Tras reflexionar me percaté de que nunca tuve la habilidad para conseguirlo y eso me generaba frustración, Mientras algunos familiares y amigos compartían todo tipo de sueños que sus mentes retenían sin esfuerzo, en mi caso lo más que había logrado era conservar pinceladas muy leves y esporádicas, especialmente pesadillas, debido al impacto que provoca un despertar brusco en que el trauma continúa presente.
El saber reconforta y al investigar di con un artículo que revelaba un cúmulo de información al respecto. Pese a no resolver mi “problema”, aislaba la culpa:
-Las personas no fueron hechas para recordar sus sueños.
-Al despertar solo permanece en nuestra memoria un 5% del contenido onírico.
En términos científicos, lo que nos aleja de ese sinfín de posibilidades en base al cual se especula que transitamos vidas paralelas, predecimos acontecimientos futuros e incluso reproducimos episodios de nuestro pasado a los que normalmente no podemos acceder, es el funcionamiento de nuestro cerebro.
Ese caprichoso órgano se empeña en protegernos y, ayudado de su aliado, el hipocampo, impide que los sueños queden almacenados en la memoria a largo plazo. No es cuestión mía, sino un asunto biológico. Pero, entonces… segunda incógnita:
¿Qué inclina la balanza?
Los patrones de sueño que adoptamos.
Y por lo que parece, mi perfil se adapta a esos parámetros:
«Mujer joven, introvertida y creativa que se toma muy en serio el asunto onírico».
Tanto que los relatos cortos y la novela de ciencia ficción fantástica que he escrito hasta la fecha tienen esa temática como eje central.
Y aun así me toca cargar con ese hándicap cuando lo que querría es superar la barrera que me aparta del subconsciente, cerrando las puertas del paraíso de la imaginación.
No si puedo remediarlo.
Entraré en el otro mundo

¡Allá vamos!
Al realizar una nueva búsqueda, supe que para explotar al máximo lo sucedido durante la fase REM, etapa en que los sueños son más fructíferos, es necesario cumplir unos requisitos.
La opinión de los expertos facilitó que detectara varios problemas claros:
1. Si duermes menos de seis horas y sueles caer rendido en menos de quince minutos es muy difícil que recuerdes tus sueños. (¡BINGO! Aunque en mi defensa diré que cuando dormía más tampoco noté la diferencia).
2. No es conveniente tomar café antes de acostarse (ahí lo tenemos… por lo general soy inmune a los efectos del café, de modo que lo bebo por gusto, al margen de la hora).
3. No padecer estrés ni ansiedad (esto se complica).
En definitiva, ni el ritmo frenético, ni dormir profundo favorecen a alcanzar la meta.
Hallar soluciones
Gracias a los conocimientos del doctor Michael J. Breus que figuran en este artículo de Psychology Today tengo hilos de los que tirar para que las cosas cambien.
Algunos de sus consejos se enfocan a la preparación antes de dormir. Breus recomienda:
-Autoconvencerse de que recordarás los sueños; es decir, mentalizarnos de ello antes de dormir y separarnos de cualquier aparato electrónico durante el proceso (otro hábito a alterar).
-Practicar la meditación con el fin de relajarnos y dirigir la mente al subconsciente.
*Inciso: me ha parecido curioso volver a toparme una técnica que estudié el año pasado documentándome para escribir uno de mis relatos, Liminal. Esta se basa en el las enseñanzas tibetanas y consiste en visualizar el chakra de la garganta y centrar en él el deseo de retener los sueños. También he dado con una estrategia que no conocía, la Técnica del Tercer Ojo, mediante la cual rociándote el cuello y la frente con agua antes de dormir y repitiendo el ritual al día siguiente, alimentas la convicción de que recordarás tus sueños.
Otra recomendación pensada para practicarse durante la noche sugiere:
-Programar alarmas para despertar cada noventa minutos o beber una cantidad considerable de agua para despertar de manera espontánea. Aunque es lógico, dado que el sueño más reciente permanecerá en nuestra cabeza, he optado por descartarla, pues supondría sacrificar la calidad del descanso.
A posteriori, el doctor nos invita a:
-Despertar sin el uso de alarmas (lo cual se me antoja inviable) o apagarla sin mirar la pantalla y seguir un rato con los ojos cerrados (más plausible) habiendo pegado una nota en el reloj con la frase «¿Qué has soñado?» para motivarnos a pensar en ello.
-Iniciar un diario de sueños. Recuerdes mucho o poco, plásmalo en esas páginas y lleva el diario encima a lo largo del día por si algún detalle regresara a tu mente.
-Pronunciar en voz alta lo que soñaste o explicárselo a otros justo después de despertar, con el objetivo de recuperar información.
En vista de esto, me comprometo a:
1. Dormir más de seis horas.
2. Tener una libreta y un bolígrafo en la mesilla de noche.
3. Apagar la alarma sin mirar el teléfono móvil.
4. Reducir el consumo de café antes de dormir.
5. Repetirme que recordaré mis sueños.
6. Ponerme en serio con el tema de la meditación.
Son muchas cosas de golpe pero emplearé toda mi buena voluntad para ver si obtengo resultados.
Y tú, ¿recuerdas tus sueños? ¿Has probado alguna de las técnicas mencionadas? Ayúdame en mi investigación respondiendo a esta encuesta.
¡Las respuestas están dentro de nosotros!
